Definitivamente creo que una de mis partes favoritas de la terapia psicológica es la primera visita, y sinceramente pienso que por muchas que tenga a lo largo de mi carrera, nunca dejarán de producirme esos nervios iniciales que me activan y despiertan mis ganas de trabajar (al menos hasta ahora siempre ha sido así 🙂
Tomar la decisión de ir a un psicólogo no siempre es fácil, especialmente porque, aunque nos pese a muchos, aún persiste esa FALSA idea popular de que visitar a estos profesionales implica debilidad o simplemente «estar loco». Evidentemente, esto no es así. Se trata de asumir que quizá hemos agotado todos los recursos de que disponemos para solucionar un problema, y que necesitamos una ayuda externa y objetiva que nos oriente sobre nuevas formas de proceder.
En cualquier caso, sea cual sea el motivo que lleve a alguien a acudir a terapia, no evita que acuda con ciertos prejuicios: ¿Me estará psicoanalizando?; ¿De verdad esta persona puede ayudarme a mi en algo?; Por mucho que me pregunte, no creo que pueda entender nunca como me siento; A mi me dirá lo que quiera, pero yo no voy a cambiar mi forma de ser y de pensar…
Me parece importante aclarar que los psicólogos no «leemos la mente», y es por esto que somos tan curiosos y tan «preguntones», especialmente durante la primera etapa de la terapia – que no en balde se denomina Evaluación-. Nuestro trabajo consiste en conocer a la persona que confía en nosotros para intentar ponernos en su piel y encontrar soluciones que le satisfagan y que sean acordes a sus valores y su forma de ser.
También es típico que exista cierto recelo a contar a un desconocido la vida privada, ya no solo por lo que se pueda airear a los cuatro vientos, si no por lo que puedan pensar de uno. Esta idea también tenemos que borrarla porque un buen psicólogo siempre debe guardar el secreto profesional y en ningún caso te juzgará por tus actos.
Desde Mi Lado del Diván he de estar preparada también para esto, pues tampoco es fácil luchar contra todas esas falsas ideas y ganarse la confianza de la persona que tienes enfrente. Al final, seas profesional o paciente, creo que lo que cuenta es ser tú mismo, luchar por lo que crees y poner en práctica lo que has aprendido en la vida. A partir de ahí, el resto del camino es un paseo ^^
Y vosotros, ¿qué pensáis? ¿os sentís identificados con alguna de estas ideas preconcebidas?
Sígueme en: