SieTe. La cultura del bienestar y sus efectos negativos

¿Alguna vez has oído eso de que vivimos en la cultura del bienestar? Verás, afortunadamente para nosotros la sociedad avanza rápidamente. Hemos conseguido obtener una serie de servicios y garantías sociales y sanitarias que nos aseguran una mínima calidad de vida.
 
Pero siempre se busca más. Ya no solo como grupo, sino individualmente. Cada vez más buscamos la felicidad y la satisfacción a corto plazo -algo lógico claro-. Es decir, algo nos perturba, afecta a nuestra salud física o emocional, y queremos soluciones rápidas.
 
El caso es que poco a poco lo estamos consiguiendo y por eso, en general, nos resulta muy complicado luchar por lo que queremos cuando las cosas se ponen difíciles. ¿Por qué? Pues porque si habitualmente queremos o necesitamos algo y lo tenemos al momento, cuando no es así pues nos extraña – y con toda la razón -.
 
Claro, las consecuencias de esta cultura del bienestar son algo contradictorias. Porque si el fin es alcanzar el bienestar y cuando no lo obtenemos por X dificultades  nos rendimos a la primera de cambio, entonces nunca conseguiremos lo que queremos, y por tanto no nos sentimos felices. En resumen, mi pregunta es: ¿la cultura del bienestar nos está haciendo cómodos? ¿nos está haciendo intolerantes a la frustración?

Por poner ejemplos clarificadores:
1. Problema: Vivo en Alicante y necesito mandar unos documentos a Madrid con mucha urgencia.
Solución: Utilizo el correo electrónico, el envío postal urgente, etc.
2. Problema: Me duele la cabeza y tengo mucho trabajo para hoy
Solución: Me tomo una aspirina y en cuestión de minutos me siento mejor
 
Todo esto es genial. Yo creo que todos estamos de acuerdo en ello. Pero me da la impresión que las personas de hoy en día damos por hecho que tenemos derecho a todo, sin tener que hacer (casi) nada por ganarlo. O al menos, sin tener que poner mucho esfuerzo por nuestra parte. Como consecuencia, nos resulta más fácil rendirnos a la adversidad que afrontar activamente la misma en busca de satisfacción. 
 
Si te fijas en los ejemplos de arriba, las soluciones satisfactorias casi siempre vienen de fuera. Y de nuevo me pregunto si esto nos está haciendo acomodarnos a la «Ley del Mínimo Esfuerzo».
 
Ejemplos de NO soluciones inmediatas:
1. Problema: fallece un ser querido
Solución: aprender a vivir con su ausencia
2. Problema: Diagnóstico de enfermedad crónica
Solución: Aprender a vivir con la enfermedad y que ésta genere el menor sufrimiento posible

Se nos olvida con frecuencia que alcanzar metas importantes, a veces conlleva un mínimo de sufrimiento y sacrificio. ¿Se nos olvida o es que directamente rechazamos ese mínimo?

Hay algo fundamental para mejorar personalmente y obtener lo que se espera y es: «La Motivación para el Cambio«. La pena es que esto, al menos de momento, no se obtiene ni pulsando un botón, ni con medicación ni con nada. Sólo proviene de nosotros y, no quiero pensar que la cultura del bienestar esté influyendo que cada vez, su incidencia esté menos presente tanto en pacientes como en los individuos en general.
 
Y tú, ¿qué piensas? ¿nos estamos acomodando a todo?
¿hemos de evitar el sufrimiento a toda costa aunque eso nos impida atravesar por cambios que mejoren nuestra calidad de vida
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