Es probable que cualquiera de nosotros se haya visto inmerso en una conversación con familiares, amigos o compañeros de trabajo en la que se hable de cómo el mundo de la moda y la imagen influyen sobre nosotros haciéndonos vulnerables a trastornos alimentarios como la anorexia o la bulimia.
Del mismo modo, cuando se oye hablar de estos trastornos, a menudo se asocia con la falta de ganas de comer o la necesidad imperiosa de ser como cierta modelo; sin embargo un trastorno alimentario es mucho más que esto. Las razones que lo desencadenan pueden estar muy alejadas precisamente de estos conceptos que, en mi opinión, son los erróneamente más arraigados en la opinión pública.
La vulnerabilidad que pueda generar la afición por el mundo de la moda o la imagen no constituye más que un factor de riesgo. Me parece importante resaltar este término, pues tenerlo en cuenta nos aclara que es similar a tener un boleto de lotería: tenemos probabilidad de llegar hasta el trastorno pero no más que cualquier otra persona; pues serían necesarios muchos otros boletos para que dicha probabilidad se incrementara significativamente.
Lo cierto es que, afortunadamente y en contra de lo que pueda parecer, la industria en cuestión sí que es consciente del factor de riesgo que constituye y, sin necesidad de buscar mucho, podemos encontrar claras muestras de ello. Precisamente yo misma, sin buscarlo, llegué hasta uno de los artículos de opinión que aparece en el último número de la revista Elle de septiembre – uno de los referentes más importantes y conocidos del ámbito –, del cual he extraído el siguiente fragmento en línea con lo que hoy os comento:
“…Siempre hay todo un equipo tras las fotografías por muy natural que las imágenes parezcan. Esas melenas con la aparente frescura casual de quien acaba de levantarse de la cama suelen llevar tres cuartos de hora de trabajo laborioso a un peluquero. Esos rostros frescos y sin supuesto artificio cosmético que a menudo admiramos probablemente hayan consumido hora y pico de minucioso quehacer en manos de una maquilladora. Que el personaje resulte favorecido debe a veces mucho más a la iluminación de la que alguien se encarga a instancias del fotógrafo que a la propia fotogenia de la persona retratada (…) Todo se coordina como un ballet. Todo el mundo cede cuando hay que ceder, aporta ideas, se esfuerza por resolver con imaginación los imprevistos que surgen. (…) Ganas en definitiva de que el trabajo salga bien…”
(Dueñas, 2012)
En su exposición, María Dueñas, relata brevemente el proceso por el que se atraviesa hasta llegar a la imagen que vemos en revistas o televisión. Hablar de esto desde una plataforma tan cercana a lo que llamaríamos población de riesgo, es desde mi punto de vista un aspecto fundamental en la prevención primaria de los trastornos que nos ocupan.
Considero que la contra más importante, radica en dos aspectos:
- El relativo al ámbito de la imagen/publicidad/moda: El hecho de que el producto o la imagen que se nos venda no sea real, sino que haya sido sometida a cierta distorsión frecuentemente desconocida para el usuario. Si esto es así, por más que una persona busque la delgadez, la belleza, la perfección de una modelo/imagen… nunca podrá hallarla puesto que no se tratará de una modelo/imagen real.
- El relativo a las características individuales de cada persona como pueda ser la “atención selectiva”. Es decir, el hecho de que determinados consumidores – especialmente aquellos con «más boletos» – pongan más atención a los procesos finales y omitan e ignoren activamente la información relativa a lo que sería el proceso de fabricación del que habla Dueñas.
La publicación que os he mostrado no es desde luego una información aislada. No es la única vez que, desde plataformas de sobra conocidas y vinculadas con la moda y la imagen se lanzan este tipo de mensajes. Recordemos por ejemplo la iniciativa de establecer un Índice de Masa Corporal (IMC) superior a 18 para las modelos participantes en la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid – más conocida como Pasarela Cibeles – con objeto de ofrecer una imagen que respondiera a parámetros más saludables.
También Dove es probablemente una de las firmas que más se conoce por defender esta idea. En 2004 inició su campaña con el lema “por una belleza real”, que continúa en la actualidad y con la que buscan que la belleza se convierta en una fuente más de confianza y no tanto de ansiedad. Me gusta especialmente este video que os dejo a continuación y que, considero, habla por sí solo:
Independientemente de que desde dentro del mundillo fashion quede más o menos por hacer en cuanto a prevención primaria, a mí personalmente me resulta muy satisfactorio encontrar fuentes de información como las que os he mencionado hoy, que sin duda están muy accesibles e infunden en nosotros la esperanza de que la concienciación es posible dentro y fuera de las pasarelas.
Referencias Bibliográficas:Dueñas, M (Septiembre de 2012) Lo Que Casi Nunca Vemos. Elle, 44http://www.dove.com.es/es/Nuestra-mision/Nuestra-vision/Campana-de-Dove-por-la-Belleza-Real.aspx
Rocío Jover martínez
Psicóloga
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