- No mentir.
- Es preferible favorecer que el niño sea quien pregunte acerca de lo que desea saber. La tendencia del adulto a saturar de información que no se ha pedido, a menudo parte de la necesidad de razonar con el menor como se haría con otro adulto.
- Utilizar lenguaje sencillo y claro.
- Ser breve, conciso y natural ayudará a los más pequeños a sentirse cómodos para abordar este tema y resolver dudas.
- Ayudar a entender la irreversibilidad de la muerte.
- Hasta los 8-9 años, los niños no tienen la capacidad de entender la muerte como algo definitivo, por lo cual es habitual que hasta dicha edad pregunten de forma recurrente cuestiones como, por ejemplo, si la persona fallecida volverá. Acompañarlos e informarles con paciencia y cariño será clave para favorecer su adaptación.
- Evitar generara ideas confusas sobre la muerte.
- Al igual que en el punto previo, tener en cuenta la fase evolutiva del niño/a es determinante para prevenir la elaboración de ideas confusas. Así por ejemplo, es posible que el menor se sienta culpable fruto de un periodo más egocéntrico, por lo que la comunicación se convierte en una herramienta fundamental para la identificación y neutralización de estas ideas.
- Por otro lado, no es menos importante, considerar que durante la infancia las fantasías juegan un papel relevante en el razonamiento infantil, por lo que deberemos evitar afirmaciones que el menor pueda interpretar literalmente: ir al cielo, ahora es una estrella… Esto no implica dejarlos al margen de las creencias que cada padre y madre quiera transmitir a su hijo sino ayudarles a la adaptación y comprensión de lo ocurrido.
- Contribuir a que formen parte del proceso de pérdida para que integren y resuelvan el dolor de forma coherente.
- Aunque este constituye un punto delicado y muy personal, no está contraindicado hacer participes a los pequeños de los rituales que se generan en torno al fallecimiento. En este sentido, explicarles de forma sencilla en qué consiste ir al tanatorio, consultarles acerca de su deseo de acudir y, en tal caso, permitirles asistir en una breve visita de apenas 15 min; contribuirá a normalizar esta experiencia y cultivar futuros adultos capaces de afrontar con naturalidad muertes posteriores.
Rocío Jover Martínez
Psicóloga – CV11179