Relaciones tóxicas

Ante un conflicto, entenderse es posible, pero no siempre ambas partes están por la labor de ceder, de escuchar… Las relaciones tóxicas se caracterizan por el alto grado de sufrimiento que llevan consigo. A menudo este sufrimiento se reproduce en bucle, y cada vez con mayor intensidad, pero los implicados lo justifican por diversos motivos. El más frecuente: el amor. 
Hemos de preguntarnos si cuando mantenemos una relación: ya sea esta de pareja, de amistad o familiar, lo hacemos sacrificando parte o la totalidad de lo que somos. Si es así, la potencialidad del sufrimiento es muy alta. Querer, amar a alguien no implica necesariamente ir en contra de nuestros principios, nuestra moral ni nuestras creencias. Amar más no significa «aguantar». El amor siempre va unido al respeto. Siempre.
El individuo inmerso en una relación tóxica siente, gran parte del tiempo, inseguridad, cambios de humor que pasan de ira intensa a tristeza e indiferencia absoluta, desesperación, angustia e incertidumbre por el futuro, celos, entre otros síntomas. A medida que pasa el tiempo, es común encontrar que la/s persona/s tienen serios problemas de autoestima y que, incluso, en su biografía existe alguna otra relación de este tipo. 
Otro término clave cuando hablamos de este tema es dependencia. Los momentos buenos son pocos, y los malos muchos, sin embargo la dependencia provoca pensamientos rumiativos en los que la persona afectada siente que su vida será aun peor si termina definitivamente con esa relación. No encuentro frase menos acertada que la de: quien bien te quiere te hará llorar.

El primer paso para abandonar una relación dañina es, además de identificarla, es entrenar la puesta de límites y la asertividad. Lee aquí para identificar tu estilo de comunicación ante los conflictos.

Termino dejándoos con este fragmento de la escritora Lucía Etxebarría, de su blog Relaciones Tóxicas:

«Te perdono porque no quiero vivir atada a ti por un vínculo de odio y porque prefiero liberarme de todo aquello que me cause tristeza, rabia, frustración, ansiedad y me robe la paz y la calma. Te perdono porque me merezco ser feliz y para eso necesito olvidarme de todo el daño que me hiciste»

Podéis leer el texto completo pinchando aquí 

Espero que te haya parecido interesante. Recuerda que siempre es bueno y maravilloso querer a alguien, pero quererse a uno mismo, además es sano. Gracias por vuestros comentarios y mails.

Rocío Jover martínez
Psicóloga
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